"Primera Infancia Mejor" transforma la historia de madres, hijos e hijas en el sistema penitenciario de Río Grande del Sur
Porto Alegre, RS, Brasil. Priscilla Soares Inácio do Rosário se entregó a la policía diez días después de dar a luz a Mirelly, en el 2017. La primera noche en prisión estuvo lejos de su hija recién nacida. Pero cuando se despertó, juntó fuerzas y presentó la documentación necesaria para lograr que llevaran a su bebé a la Penitenciaria Femenina Madre Pelletier para que quedara a sus cuidados.
Luego de tres días de reclusión junto a la pequeña Mirelly, Priscilla fue invitada a conocer Primera Infancia Mejor, un programa que transformó sus destinos. “Yo no estaba interesada, pero ofrecía cosas que yo no tenía, como juegos, dietas, atención para la madre y más espacios al aire libre, entonces me dejé convencer”, recuerda.
Con las actividades propuestas por el PIM, madre e hija tuvieron la oportunidad de interactuar con calidad. “Cuando Mirelly empezó a mover sus manitos, empezaron las estimulaciones para su desarrollo, para gatear, agarrar y hacer cosas que no lograría en las galerías. Ella empezó a hablar, a conocer los colores. El PIM tuvo un rol muy bueno en eso”, cuenta Priscilla, que siguió junto a Mirelly en la Unidad Materno-Infantil hasta que la niña cumplió un año y dos meses.
Con la ayuda del PIM en el diálogo con el sistema judicial, Priscilla, hoy con 27 años, logró la detención domiciliaria para cuidar mejor a sus dos hijos menores: Mirelly, con 4 años, y Deiverson, de 1 año y 6 meses. Gabriel, ahora con 8 años, vive con su padre.
Priscilla estará hasta noviembre del 2022 bajo restricción de libertad. Pero aun así puede dar atención integral a los niños y cuenta con el seguimiento de Primera Infancia Mejor. “Me siento bien guiada. Haré lo que pueda para ayudar a mis hijos”, dice Priscilla, que recibe actualmente atención domiciliaria del PIM.
El resultado asertivo del programa es confirmado por la estudiante de psicología, Carolina da Silva Minuscoli, que trabaja como visitadora del PIM: “Priscilla se apropió del programa y de lo que significa estar en él”.
El PIM está presente en 229 municipios de Río Grande del Sur y se muestra en franco crecimiento. Creado en 2003, el programa es una política pública de promoción del desarrollo integral en la primera infancia para familias en situación de vulnerabilidad social.
El PIM es uno de los programas estratégicos para la promoción del desarrollo humano. “Es una política que propone la integralidad de la atención. Todos los servicios que permean las necesidades de los niños, desde una red de salud, un área social, hasta la posibilidad de disfrutar de ayuda social y, en el área de la educación, asegurar que los niños tengan acceso a la escuela”, explica la coordinadora estatal del programa, la nutricionista Gisele Mariuse da Silva.
Las acciones del PIM en contextos penitenciarios empezaron en 2012 para garantizar a las mujeres privadas de libertad el acceso a una política pública materno-infantil, fortalecer el vínculo entre la madre y su bebé y promover el desarrollo saludable, además de ofrecer orientaciones sobre los cuidados de la salud y apoyar la inserción de los niños en la familia. El programa también busca, desde el Marco Legal de la Primera Infancia, asegurar que las mujeres puedan beneficiarse del derecho a la prisión domiciliaria.
El PIM funciona a través de la atención domiciliaria de un visitador entrenado, según la necesidad de cada familia. Las visitas son semanales y duran hasta una hora. El visitador o la visitadora debe estimular la participación, el desarrollo de los niños y las niñas y la inserción en la red de servicios.
De acuerdo con Da Silva Minuscoli, uno de los retos más grandes es comprender las demandas de la familia para trabajar sobre el progreso integral del niño: “Personas en situación de vulnerabilidad a veces no reciben alimentación básica. No podemos simplemente llegar y atenderlas. Conversamos, hacemos la articulación con la red de servicios sociales para ayudarlas de manera general”.
Resultados en el corto, mediano y largo plazos: el impacto del PIM en la sociedad
Según el Relevamiento Nacional de Informaciones Penitenciarias (INFOPEN Mulheres), entre los años 2000 y 2016, el número de mujeres presas aumentó en 455%. “En las cárceles femeninas, percibimos un ciclo recurrente, en casi un 100% de las veces, son hijas o parientes de personas que estuvieron presas”, cuenta la coordinadora del programa. El desarrollo integral del niño mejora la prontitud escolar y disminuye los sucesos de violencia. “De hecho, provoca una ruptura en la posibilidad de los ciclos de pobreza o violencia en el contexto en que esa familia está inserta”, resalta Gisele.
Los resultados observados en el corto plazo son efectivamente un mejor desarrollo de los niños y las niñas y una mayor posibilidad de acceso a derechos. Los primeros años de vida son importantes para el desarrollo de habilidades que influyen en la vida adulta. La psicóloga Sandra Correia, responsable del seguimiento psicosocial de las reclusas en la Unidad Materno-Infantil de Madre Pelletier, explica que, si bien la relación inicial con la madre es relevante, es necesario garantizar que no sea ella la cuidadora única y exclusiva en una situación de confinamiento. “Los niños necesitan una ampliación de esos eslabones de convivencia para desarrollarse adecuadamente. Necesitan otros estímulos que la privación de libertad no permite”, señala.
De acuerdo con la coordinadora estatal del proyecto, los impactos en el mediano y el largo plazo se han demostrado en investigaciones que evidencian menor mortalidad infantil, menor ocurrencia de morbilidad y mortalidad por violencia, niños menos desatendidos y menor violencia doméstica. “Diariamente vemos historias que se transforman. Mi deseo para el futuro es que tengamos menos vulnerabilidades en la infancia”, concluye.
El programa Primera Infancia Mejor (PMI) impulsa nuevas formas de gestión en salud y prácticas de cuidado de madres, hijas e hijos, dentro del sistema penitenciario.
El programa PIM no solo les brinda a las mujeres y las familias las herramientas para fomentar una relación positiva con sus hijos e hijas, sino que también las apoya para superar las inmensas vulnerabilidades a las que están expuestas. Estos esfuerzos contribuyen a objetivos más amplios para reducir la mortalidad materna e infantil y mejorar el acceso a oportunidades más amplias en la vida a través de la provisión de referencias adicionales y apoyo a mujeres y familias.
Además del trabajo directo con las familias, el PIM en el sistema penitenciario tiene una influencia más amplia sobre los gobiernos y la sociedad en la formulación, aprobación y ejecución de iniciativas que atiendan las necesidades de la primera infancia en el contexto penitenciario, fortaleciendo la participación de diferentes actores. Además, las actividades están bien estructuradas, revelando una potencial expansión nacional en el futuro.