La COVID-19 probablemente exacerbará las desigualdades sociales en salud que ya son altas en América Latina y el Caribe
EWEC LAC hace un llamado a asegurar la continuidad en la prestación de los servicios esenciales de salud sexual, reproductiva, materna, neonatal, infantil y adolescente para la población en el contexto de COVID-19
Las desigualdades de salud existentes se han visto agravadas a medida que se acelera la propagación del coronavirus. Las poblaciones más vulnerables, que incluyen mujeres, niños, adolescentes, personas con discapacidad, afrodescendientes, indígenas, personas que viven con el VIH, marginados y desplazados, corren el mayor riesgo de sufrir pérdidas devastadoras por la COVID-19. Desafortunadamente, esta realidad se ve aumentada aún más por los sistemas de salud, que en nuestra región están siendo desafiados por una demanda en rápido crecimiento generada por esta pandemia (1).
Los modelos y los datos disponibles de epidemias previas sugieren que los impactos indirectos proyectados de la pandemia de la COVID-19 probablemente incluirán un aumento en las tasas de mortalidad materna, neonatal e infantil, casos de embarazos no deseados y la propagación de enfermedades infecciosas como la malaria, el VIH y tuberculosis; así como todas las formas de desnutrición (2). Estas consecuencias no deseadas para la salud serán el resultado de un sistema de atención salud sobrecargado y restricciones en la atención debido a los recursos reprogramados y las reducciones en la utilización de la atención médica para las mujeres (ej., atención en salud reproductiva y salud materna) y los niños (ej., cobertura de vacunación), así como la utilización de los servicios que se han visto gravemente comprometidos debido a la abrumadora demanda. (2,3)
La pandemia de la COVID-19 está causando que los sistemas de salud en países de la región de ALC enfrenten dos grandes desafíos de forma paralela:
Preservar y mantener la continuidad de los servicios de salud esenciales más allá de la COVID-19 en segmentos de población en condiciones vulnerables.
Prevenir y mitigar el efecto de la COVID-19, mientras se trabaja para superar las barreras que impiden que los grupos vulnerables estén protegidos contra el virus.
Todavía hay mucho desconocimiento sobre la COVID-19, incluida la posible transmisión de madre a hijo durante el embarazo, el parto o la lactancia. Como tal y además de las lecciones aprendidas de otras epidemias y sobre las consecuencias negativas para la salud de las mujeres, los gobiernos y las autoridades nacionales deben continuar identificando y manteniendo los servicios esenciales en sus países, incluyendo a las poblaciones más vulnerables.
Áreas estratégicas clave para apoyar la continuidad de la atención:
- Priorizar la prevención y la respuesta de la COVID-19 entre los grupos vulnerables, incluyendo: Comunidades rurales, pobres indígenas y afrodescendientes; población que vive con comorbilidades y afecciones subyacentes, como desnutrición, anemia, enfermedades crónicas (ej., trastornos hipertensivos, diabetes, VIH / SIDA, entre otros); adultos mayores (este grupo tiene el mayor riesgo por la COVID-19) [1]; poblaciones migrantes; y víctimas de violencia de género (incluida la violencia sexual).
- Garantizar la continuidad en la salud sexual, reproductiva, materna, neonatal, infantil y adolescente (SSRMNIA), incluyendo:
- asesoramiento y servicios en planificación familiar, gestión clínica, prevención y apoyo para sobrevivientes de violencia sexual, especialmente vulnerables durante situaciones de emergencia;
- salud sexual y reproductiva, incluido el acceso óptimo a anticonceptivos, atención durante el embarazo, parto, complicaciones postnatales y obstétricas;
- monitoreo del crecimiento, detección y tratamiento de la desnutrición aguda en niños y mujeres embarazadas, apoyo para una nutrición materna adecuada y alimentación de lactantes y niños pequeños;
- servicios de inmunización;
- mantener el inventario y la distribución de la cadena de suministro de vacunas, anticonceptivos y medicamentos esenciales;
- servicios de salud mental y apoyo psicosocial adaptados a las necesidades de las familias, mujeres, niños y adolescentes vulnerables; e
- introducción de nuevos enfoques digitales para la prestación de servicios, como la telemedicina, incluido el uso de teléfonos móviles y redes sociales para complementar el acceso a la información y a los servicios de salud esenciales, incluidos los servicios de atención de la salud materna y la anticoncepción. (4)
- garantizar el acceso a la atención y el tratamiento médico integral esencial para las personas que viven con el VIH, incluidas las prescripciones por varios meses (MMP) y la dispensación de varios meses (MMD) durante 3-6 meses, especialmente para las personas que viven con VIH (PVVIH) con tratamiento antirretroviral estable (ART). (5)
- Garantizar el acceso de los adolescentes a la información y a los servicios de salud, ya que ellos enfrentan muchas barreras legales, sociales y del sistema de salud para acceder a los servicios de salud en circunstancias normales.
- Establecer condiciones de prestación de servicios seguros para proteger a los trabajadores y cuidadores de la salud a nivel comunitario y de las instalaciones[2]: El equipo de protección personal (EPP) para los trabajadores de la salud, incluidas las parteras que responden a la COVID-19, debe seguir siendo una prioridad crítica para evitar nuevas infecciones y prevenir un agotamiento de los recursos limitados disponibles del personal de salud.