Los expertos señalaron que la subregión tiene problemas comunes pero contextos diferentes, y cada país debe establecer sus propias metas de salud
Lima, 17 de mayo de 2017. Durante dos días, representantes de instituciones estatales de salud, organismos de integración sudamericana, y agencias multilaterales revisaron las áreas de acción de la Estrategia Mundial para la Salud de la Mujer, la Niñez y la Adolescencia para adaptarlas a las realidades de América del Sur. Los expertos coincidieron en que la subregión tiene problemas comunes pero contextos específicos diferentes.
“Cada mujer, niño, niña y adolescente tiene derechos que influyen en su salud, y debemos ponernos a trabajar por estos derechos en el contexto de cada país y, dentro de cada país, en el contexto de cada región, porque no son las mismas oportunidades para una población que para otras”, señaló María Teresa Barán, viceministra de Salud de Paraguay.
Pilar Merizalde, directora ejecutiva del Consejo Nacional de Igualdad para las Discapacidades de Ecuador, agregó que los factores de inequidad pueden cruzarse en poblaciones particulares. “No podemos obviar las especificidad de cada población porque no es lo mismo ser mujer con discapacidad que ser mujer transexual o de etnia indígena con discapacidad”, indicó Merizalde.
Al respecto, Bremen de Mucio, representante de OPS, señaló que cada país debe establecer sus propias metas para mejorar la salud de mujeres, niños, niñas y adolescentes y trabajar en las inequidades, pues “aunque el promedio de mortalidad materna, por ejemplo, ya sea menor a la meta mundial, dentro de grupos poblacionales vulnerables aún la mortalidad es mayor a 70 por cada 100.000”.
Adolescentes y comunidades
Los expertos coinciden en que la inclusión de las comunidades, y en especial de la población adolescente, es un elemento clave para la elaboración de políticas de salud. “La visión de los determinantes sociales de la salud permite vincular acciones y facilitan el abordaje más integral. Pero la única forma de hacerlo es fortaleciendo la participación comunitaria. El mejor ejemplo es la necesidad de incluir a los jóvenes en la creación de políticas para la prevención del embarazo adolescente”, señaló Francisco Armada, especialista en Determinación Social de la Salud de UNASUR.